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jueves, 29 de octubre de 2015

De cómo nos hacen creer que los bebés los trae la cigüeña de Paris

Hace un tiempo vi un programa en la tele que me hizo reflexionar bastante sobre lo vulnerables que somos frente a la información. Siempre me había gustado Salvados, tratando diferentes temas de actualidad, denunciando injusticias, dando la oportunidad de explicar las diferentes posturas..... 

Llegó el día de hablar de la Industria Farmacéutica y ahí me planté yo en mi sofá, con los cinco sentidos puestos en lo que iban a decir los expertos de uno y otro lado. Pero me quedé con las ganas. Hablaron, y mucho, los que dicen que ése demonio llamado Industria Farmacéutica  se enriquece a costa de nuestras enfermedades y miserias; que "maquilla" estudios para sobremedicar a la población; que no tiene escrúpulos... Y del otro lado? Pues del otro lado habló un representante de Farmaindustria, creo recordar, visiblemente nervioso, al que apenas se le dio tiempo para argumentar y al que, el presentador, interrumpía constantemente, para llevarse las cosas a su terreno. A mi me indignó. No fue justo. Y no seré yo la defensora de estos gigantes, que evidentemente, sintetizan fármacos para enriquecerse y cuyas prácticas, con frecuencia, carecen de toda ética y humanidad. Pero desafortunadamente, son los únicos que investigan, y la investigación cuesta mucho pero que mucho dinero y esfuerzo de científicos brillantes olvidados por el Estado. Me faltó escuchar que para que un fármaco vea la luz, en el camino se han quedado muchas moléculas que prometían y no cumplieron; mucho ensayo-error; muchos estudios de seguridad, mucho trabajo de mucha gente, mucho tiempo y dinero... y ese tiempo y dinero hoy por hoy casi exclusivamente lo pone la Industria Farmacéutica. 

Se que hay muchos peros, porque los hay, pero nadie puso en valor todo este trabajo gracias al que nuestra calidad de vida es infinitamente mayor a la de nuestros bisabuelos, que enfermedades que antes eran irremediablemente mortales, ahora son crónicas; o que nos curamos de infecciones por las que, no hace tantos años, moría la gente. 
Prácticamente todo el que vio ese día el programa se acostó con la idea de: Industria Farmacéutica = Demonio, salvo los farmacéuticos, cuyo grado de indignación aumentaba a medida que avanzaba el programa. Fue una noche farmatuitera entretenida.

Algo parecido está ocurriendo estos días con el informe de la OMS respecto a la carne y el cancer. Es mucho más mediático buscar el titular fácil, llamativo, que abre informativos y que alarma de forma innecesaria. Creo que los profesionales de la información tienen el deber y la obligación de informar con rigor, contrastar fuentes, recurrir a verdaderos expertos en los temas a tratar, que los hay, muchos y muy buenos. 

Y vuelvo al principio, el poder de la información es brutal y nosotros somos como niños a los que dicen que los bebés los trae la cigüeña de París y se lo creen a pies juntillas.