Logo

Logo

viernes, 6 de mayo de 2016

De cómo pasa un año sin darte cuenta

Hace justo un año estaba hecha un flan, no todos los días abre uno una farmacia! Estaba inmersa en una vorágine de papeleos, permisos, pedidos, preparativos, nervios, incertidumbre, ilusión y por qué no decirlo algo de temor. En general, lo desconocido nos produce  miedo, vértigo. Estamos más cómodos en la seguridad que nos aporta lo conocido, lo rutinario, lo obvio pero éso te conduce a que tu vida se convierta en rutinaria y obvia, que ojo, no digo que esté mal, pero no era lo que yo quería para mi.   

Ha pasado un año y ya me siento una vecina más de la plaza Amaiur, plaza que nadie sabe dónde está, y en la que vive gente a la que he podido poner nombre, cara, medicación..., porque es lo que siempre me ha gustado de la farmacia, la cercanía, el trato con la gente, ser el eslabón más accesible del sistema de salud. La farmacia te permite vivir momentos importantes de la gente, ratos  de alegría como embarazos, nacimientos
o mejorías de una enfermedad y también ratos de pena, como dolores, recaídas, diagnósticos que nadie quiere o intervenciones quirúrgicas. Ante  esto, no cabe otra opción que la cercanía y el cariño. No estás dando la pastilla X a una señora, le estás dando Sintrom a la señora María que vive en el tercero y que además toma Simvastatina para el colesterol y el mes pasado tuvo una infección respiratoria importante. No es lo mismo.
Ha pasado un año, un año de toma de contacto, en el que ha habido momentos buenos, muy buenos, malos y regulares, pero por supuesto, me quedo con todo lo positivo, que ha sido mucho. Ahora toca hacer balance, analizar y ver cómo podemos seguir avanzando para ofrecer el mejor servicio y atención. Se aceptan sugerencias.